Revista de Investigaciones Universidad del Quindío,
34(1), 97-107; 2022.
ISSN: 1794-631X e-ISSN: 2500-5782
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Cómo citar:
Hernandez, A. F. (2022). El problema del significado en el discurso religioso. Revista de Investigaciones Universidad del Quindío, 34(1), 97-107. https://doi.org/10.33975/riuq.vol34n1.594
EL PROBLEMA DEL SIGNIFICADO EN EL DISCURSO RELIGIOSO
THE PROBLEM OF MEANING IN RELIGIOUS DISCOURSE
Andres Fernando Hernandez 1 *.
1. Universidad de Caldas, Colombia.
*Autor de correspondencia: Andres Fernando Hernandez, email: anhermusic0481@gmail.com
Información del artículo:
Recibido: 12 agosto 2021; Aceptado: 11 enero 2022
RESUMEN
En este artículo desarrollo una interpretación del lenguaje religioso como un discurso que —al igual que algunos lenguajes como el ético, estético y moral— proporciona elementos lingüísticos, sociales y culturales significativos para comprender la relación del sujeto con la historia y su cultura. Para ello, me distancio de las posturas filosóficas neopositivistas contemporáneas, movimiento que intentaban reducir el lenguaje al análisis de la lógica, las ciencias y la matemática como referentes del mundo. Propongo una resignificación del lenguaje religioso por medio de la legitimación de su validez semántica, sintáctica y pragmática, para comprender el sujeto especialmente desde este lenguaje y su contexto. Por lo tanto, planteo que el lenguaje religioso es una construcción lingüística que, al igual que cualquier otro lenguaje, contiene sus propias reglas y estructuras que evidencian una intencionalidad de interpretación del mundo. Para esto abordaré los siguientes temas: el estudio del lenguaje en la filosofía contemporánea; el positivismo lógico y las limitaciones para comprender otros lenguajes; y, por último, el lenguaje religioso y su significado desde sus componentes lingüísticos y teóricos.
Palabras clave: lenguaje religioso; discurso religioso; pragmática del lenguaje religioso; significado; contexto.
ABSTRACT
In this article, I develop an interpretation of religious language, as a discourse that like some languages as ethical, aesthetic and moral, provides significant linguistic, social, and cultural elements to understand the relationship of the subject with history and its culture. To do this, I distance myself from contemporary neo positivist philosophical positions, a movement that tried to reduce language to the analysis of logic, science and mathematics as referents of the world. I propose a resignification of religious language legitimizing its semantic, syntactic and pragmatic validity, to understand the subject, especially from this language and its context. Therefore, I opine that religious language is a linguistic construction, which, like any other language, contains its own rules and structures that show an intention to interpret the world. In order to do this, I will address the following topics: the study of language in contemporary philosophy; logical positivism and the limitations to understanding other languages; and, finally, religious language and its meaning from its linguistic and theoretical components.
Keywords: religious language; religious discourse; pragmatics of religious language; meaning; context.
INTRODUCCIÓN
La filosofía contemporánea ha analizado el lenguaje en general tratando de discernir sobre la autenticidad de su discurso, su sentido y su referencia o si, por el contrario, solo es un lenguaje desprovisto de verificación con el mundo. Desde esta perspectiva de análisis el lenguaje religioso en particular ha sido cuestionado y criticado por su falta de sentido y referencia hacia el mundo. Por lo anterior, el estudio del discurso religioso se convierte en un problema fundamental en la filosofía del lenguaje, las herramientas analíticas que provee la filosofía del lenguaje entre los XIX y XX, especialmente las que provienen del positivismo lógico, han invisibilizado la riqueza semántica y pragmática de otros lenguajes como el de la religión, la estética, la moral y la política. Sin embargo, a partir de esta perspectiva filosófica, el lenguaje religioso queda caracterizado como un lenguaje sin sentido a un simple pseudolenguaje.
El problema del lenguaje religioso se origina como consecuencia de las corrientes filosóficas desarrolladas en la contemporaneidad, en especial, con el movimiento positivista entre los siglos XIX y XX, y constituye un amplio paradigma sustentado en principios lógicos, de verificabilidad y comprobación empírica. Un especial interés por el estudio del lenguaje y el análisis lógico de los enunciados. En esta medida, se buscaba una veracidad del conocimiento a través de las ciencias que legitimara su validez a través de los enunciados, las expresiones, las oraciones y las construcciones semánticas y sintácticas de los lenguajes que se refieren al mundo. Siendo consecuentes con su propuesta, determinan que todo lenguaje desprovisto de enunciados lógicos y verificables constituye un pseudolenguaje, carente de significado; por eso, los lenguajes metafísicos, religiosos, éticos, poéticos y estéticos son meramente lenguajes emotivos, desprovistos de referencia y significado. Por lo tanto, en un comienzo, el diálogo fue muy difícil, más aún, casi nulo (Alfonso 1978). Los filósofos del análisis lingüístico manifestaron una gran hostilidad hacia los conceptos religiosos. En su primera fase de atomismo y de empirismo lógicos mostraron un fuerte rechazo hacia todo discurso religioso, metafísico y místico, considerándolo sin sentido. Es conocida la frase con que el filósofo vienes, cierra el Tractatus: “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse” (Wittgenstein 1972) de igual forma afirmaba que solo se podía hablar con sentido del mundo de los hechos.
Esta afirmación conlleva a plantearse dos interrogantes: primero, ¿hay problemas o asuntos de los cuales no se puede decir nada significativo cuando se distancian de nuestra experiencia, percepción u observación?; segundo, ¿cómo entender, interpretar y comprender el discurso religioso?
Para lo anterior, desarrollé mi análisis en tres etapas. En la primera haré una introducción breve donde expondré la contextualización del lenguaje religioso; en la segunda, las limitaciones del positivismo lógico para analizar la densidad del lenguaje religioso; en la tercera, la trascendencia del lenguaje religioso, para resignificar su legitimidad y hacer evidente la validez de sus enunciados, conceptos, ideas, argumentos, discursos, lenguajes simbólicos y teóricos que contribuyen a la comprensión discursiva y su relación lingüística entre sujeto y contexto. Bajo esta premisa, no hay límites para el lenguaje mientras el individuo construya enunciados con intención de significar y pensar un mundo en términos no solo de conocimiento, sino, de su trascendencia y representación de su existencia humana.
EL LENGUAJE RELIGIOSO
El complejo fenómeno en qué consiste la religión ha sido estudiado desde muy diversas perspectivas intelectuales del ser humano, describir dichos fenómenos dan origen a un mensaje discursivo y narrativo que contiene sus propios conceptos, ideas y argumentos para referirse al hombre desde su fe, con el mundo y su contexto. Es así, como el lenguaje religioso se enmarca en la filosofía como un discurso que trasciende en el tiempo, y en distintas corrientes que de una u otra forma juegan un papel importante en cada momento histórico del pensamiento humano. Han existido periodos inclusive en los que el todo de la vida humana (tanto en la acción individual, como en la acción gubernamental, la vida artística y la del conocimiento) eran contemplados por una perspectiva puramente teológica. La clave para comprender la religión es, por consiguiente, la comprensión cabal de su lenguaje, esto es, de sus propiedades semánticas y pragmáticas.
Lo primero que hay que destacar del lenguaje religioso es que se trata de un sector del lenguaje caracterizado en gran parte por un vocabulario. Es decir, dentro del mundo de la religiosidad existe una estructura lingüística comprendida por diferentes significados, estos a su vez denotan en el creyente la posibilidad de referirse al mundo, de describir una serie de cualidades que contribuyen a una suma de categorías que ayudan a explicar lo que se pretende comunicar, en este caso y para ser más puntuales es la relación causal entre el lenguaje que comprende el concepto de dios y la demás terminología que circunda a través de este concepto. Por lo tanto, las demás palabras que comprenden el discurso religioso van adquiriendo su significado, es frecuente clasificar los tipos de discurso atendiendo a su contenido.
Así se habla de discurso político, discurso científico o discurso religioso. En una primera aproximación, el discurso religioso sería aquel en cuyo contenido se emplea la palabra “Dios” o está en relación, directa o indirecta con esta palabra. (Conesa y Nubiola 2002) Según lo que exponen los autores, esta clasificación tiende por su parte a aislar los diversos tipos de discursos como si fueran realidades autónomas que no se relacionan entre sí. Por lo tanto, si esto se diera no sería posible la interacción y comunicación entre otros discursos.
Para asimilar esta explicación, es necesario observar el lenguaje religioso, desde una perspectiva comunicativa, es decir, “uso del lenguaje religioso”, pues no se trata en sí, de un lenguaje inmerso sobre su propio lenguaje, sino, un lenguaje que dentro de la cotidianidad no contiene en sí mismo, un lenguaje especial; por el contrario, es una construcción lingüística social que contiene los mismos caracteres del lenguaje cotidiano. El lenguaje que habla el creyente no es un lenguaje esotérico o impenetrable. En principio se trata del mismo lenguaje que hablan las personas. Por eso, resulta preferible hablar de “uso religioso del lenguaje” que de “lenguaje religioso” o “juego religioso del lenguaje”. (Conesa y Nubiola 2002). Por lo anterior, debemos entender que nos referimos al uso que el hombre religioso realiza del lenguaje.
Ahora bien, cuando nos referimos al “uso del lenguaje religioso” o estudiamos este lenguaje con la finalidad de observar su intencionalidad comunicativa, significativa y el impacto entre el individuo y la comunidad desde un carácter social, es necesario ahondar y distinguir por una parte está lo que se llama el lenguaje religioso o el lenguaje de la fe, siendo este el lenguaje que utiliza el creyente para sustentar y expresar sus creencias. Por otro lado, podemos observar el lenguaje teológico, el que usa el creyente para una reflexión intelectual.
Teniendo en cuenta estos elementos exponen lo siguiente:
“El hombre religioso usa el lenguaje con dos fines principales: hablar a Dios y hablar de Dios. Se puede distinguir así entre el lenguaje de la oración y la invocación y el lenguaje del testimonio. El lenguaje de la oración resuena en la liturgia, los cantos, los rezos. El lenguaje del testimonio suele tener la forma de confesión, revelando así el compromiso existencial de quien habla. Este lenguaje, implícita o explícitamente, depende de la fórmula “Yo creo”. Por eso se llama lenguaje de la fe”. (Conesa y Nubiola, 265)
LA LIMITACIÓN DEL POSITIVISMO LÓGICO PARA ANALIZAR LA DENSIDAD DEL LENGUAJE RELIGIOSO
Las teorías analíticas y lógicas de autores contemporáneos que se preocuparon por el análisis del lenguaje, entre las que se encuentran Sobre sentido y referencia de Frege 1987, Sintaxis lógica del lenguaje de Carnap 1981, Lenguaje verdad y lógica de Ayer e incluso el Tractatus logicus philosophicus del primer Wittgenstein 1972, cuyo objetivo comprendía realizar un análisis al lenguaje, evidenciaron la imposibilidad o las limitaciones que tenía el positivismo lógico para realizar un examen exhaustivo al lenguaje metafísico incluido el lenguaje religioso. Por lo tanto, no comprendieron la densidad del discurso religioso porque se distanciaba de sus pretensiones lógicas del lenguaje matemático y científico. Al igual que el moral, ético, estético y poético, el lenguaje religioso sustenta una interpretación del mundo, con sus características y cualidades propias. No obstante, alejados de la intención de concebir otros lenguajes que no sean los referencialistas o fisicalistas, los autores del análisis lógico del lenguaje pierden de vista otras manifestaciones lingüísticas y discursivas de gran riqueza y significatividad para el sujeto. Para comenzar nuestra discusión podemos ver, por ejemplo, que el siguiente fragmento de un poema encierra la pregunta de si todo es comprobable empíricamente, entonces ¿cómo proceder ante aquello que no se comprueba por medio de la experiencia sensible?
Si así fuera, ¿cómo proceder?, ¿cuál es el método a seguir? o, por el contrario, ¿cuál podría ser el lenguaje apropiado y significativo para la comprensión no solo del mundo y su realidad, sino, del hombre, el lenguaje y su contexto? ¿Solo las teorías cientificistas determinan una concepción del mundo, como lo determina la propuesta fundamental del discurso positivista?
En el lenguaje religioso se expresan un conjunto de términos mediados por la fe y la creencia, como la interpretación de algunos hechos que componen la realidad de la existencia humana y edifican toda religión como una cosmovisión del mundo instaurada en diferentes escritos o libros sagrados. Son textos discursivos y narrativos que históricamente y culturalmente cuentan una serie de acontecimientos, hechos y vicisitudes como una posible explicación del hombre y su relación con su naturaleza. Por ende, el estudio o análisis del lenguaje religioso es un paso necesario para el pensamiento filosófico contemporáneo en procura de una resignificación de este lenguaje.
La religión, como la metafísica, es simplemente una mediocre expresión del sentimiento vital (Carnap 1981) no podemos desconocer que la metafísica al igual que otras manifestaciones filosóficas y teóricas del pensamiento humano, en especial, del lenguaje religioso, son concepciones válidas y necesarias para una construcción pluralista de teorías que contribuyan a sustentar no solo la existencia del hombre, sino los fenómenos que comprenden la vida misma. No solo la ciencia, en su intencionalidad por demostrar la objetividad del mundo, cabe en sí misma, para explicar otros fenómenos que quizás ni ella misma sería capaz de responder. Es así como son ineludibles otras disciplinas del conocimiento, otras ramas del saber que, articuladas con la ciencia, desarrollan una teoría aproximada de la naturaleza y sus distintos fenómenos que acontecen el diario vivir de los seres humanos.
Ahora bien, la concepción de Carnap, comprendida como un rechazo a la metafísica y entendida como un sentimiento vital desde la emocionalidad evidencia el profundo ausentismo y no aceptación de estas teorías para sustentar algunos hechos componen el mundo. Como consecuencia de esa imposibilidad por analizar la densidad del lenguaje religioso y de los discursos morales y éticos, diferentes filósofos que pertenecieron al Círculo de Viena continuaron proyectados, siendo fuertes opositores de la metafísica, como si el mundo fuese ante nosotros un simple lenguaje complejo, teórico, lógico y matemático, algo confuso para los seres humanos. Darío Antiseri, expone lo siguiente:
“El éxito escandaloso de la filosofía del Círculo de Viena es un ataque que ha lanzado contra la metafísica. Al atacarla, ha intentado desmentir toda concepción, toda visión del mundo que pretenda, que posea la clave de los llamados problemas últimos, por ejemplo, el del fundamento absoluto, tanto en la perspectiva de la inmanencia absoluta como en la trascendencia absoluta, o bien el problema de la inmortalidad o de la no existencia del alma, o también la cuestión de una norma absoluta de conducta, o la del sentido de la historia. Según los vieneses, para que una proposición tenga sentido debe ser un aserto empírico o una tautología lógico-matemática. Pero, como ni la metafísica, ni la ética, ni la religión constan esencialmente de asertos factuales y tautologías, quedan relegados a la noche de lo teóricamente irrelevante, de lo arbitrario y subjetivo. (Antiseri 34).
En este sentido, el Círculo de Viena, al abordar el análisis del lenguaje, establece una división de las ciencias del conocimiento, entre lo que se puede comprobar por medio de la verificación (la ciencia) o lo que es lógicamente válido (matemática y la lógica) y aquellas otras como la metafísica en donde se instaura la religión, la cuales carecen de los fundamentos constituidos por el movimiento filosófico quienes, establecieron los siguientes criterios: A. el principio de verificación constituye el criterio de distinción entre proposiciones dotadas de sentido y proposiciones carentes de sentido; B. admitido tal principio, tienen sentido solo las proposiciones que se pueden verificar factualmente, es decir, los asertos de las ciencias empíricas; C. la matemática y la lógica constan solamente de conjuntos de tautologías; D. La metafísica es un conjunto de cuestiones aparentes y pseudoconceptos; E. El trabajo que queda por hacer al filósofo serio es el análisis de la estructura sintáctica y de las indicaciones semánticas del único discurso significante, es decir, del discurso científico (Antiseri 1976).
Ayer (1977) en su libro El positivismo lógico, desarrolla la crítica de la ética y de la teología. A partir de la pregunta ¿cómo trata un empirista las afirmaciones de valor? e instaura el discurso ético y religioso en el marco de los juicios de valor y, por ende, relaciona estos lenguajes desde las emociones a partir de una sensación vital. Por lo que sustenta lo siguiente:
[…] Queda todavía una objeción por resolver, antes de que podamos pretender haber justificado nuestro punto de vista de que todas las proposiciones sintéticas son hipótesis científicas. Esta objeción se basa en la común suposición de que nuestro conocimiento especulativo es de dos clases distintas: las que se relacionan con cuestiones de la realidad empírica, y la que se relaciona con cuestiones de valor. Se dirá que las “declaraciones de valor” son verdaderas proposiciones sintéticas, pero que no pueden, con justicia, ser representadas como hipótesis utilizables para predecir el curso de nuestras sensaciones; y que, por lo tanto, la existencia de la ética y de la estética como ramas del conocimiento especulativo presenta una insuperable objeción a nuestra radical tesis empirista. (Ayer, 119).
Anteriormente había enunciado que, desde esta concepción filosófica, los enunciados metafísicos, morales, religiosos y estéticos carecen de sentido y referencia cuando los utilizamos para referirnos no solo del mundo, sino a la comprensión de las interpretaciones acerca de él. Constatar los hechos del mundo es así que, desde la perspectiva neopositivista estas descripciones del mundo, representan un estado de emocionalidad y pierden su carácter epistemológico para convertirse simplemente en juicios valorativos no solo de las acciones de la conducta humana (ética), sino de las comprensiones y dimensiones para sustentar el mundo desde un discurso religioso.
David Hume propone en su sistemático estudio para conocer el entendimiento humano, un análisis de las distintas clases de filosofía, en donde la metafísica es en cierto grado una filosofía de la superstición. Aquí, en efecto, se halla las más justa y verosímil objeción a una considerable parte de la metafísica que no es propiamente una ciencia, sino que surge bien de los esfuerzos estériles de la vanidad humana que quiere penetrar en temas que son totalmente inaccesibles para el entendimiento (Hume 1995). Detenerme en Hume es contemplar la génesis del empirismo y las bases para el positivismo lógico, es indudable su aporte a la construcción teórica positivista, movimiento que fundamenta el estudio en la debilidad semántica y sintáctica de los lenguajes que son ininteligibles al entendimiento humano.
A propósito de su filosofía, desarrollaré el siguiente ejercicio acorde con su teoría filosófica, en donde se evidencia que lo que conocemos por la experiencia produce una sensación.
Fuego_________Impresión_________Sensación
Mesa_________Impresión_________Sensación
Ser_________No Impresión _________ No sensación
Dios_________No impresión_________No sensación
TRASCENDENCIA SIGNIFICATIVA DEL DISCURSO RELIGIOSO
El lenguaje religioso no es un sinsentido, este lenguaje es un lenguaje constituido de argumentos analógicos y representacionales en la medida en que este se puede evidenciar en la cultura como un fenómeno social trascendente. Por lo tanto, desde una perspectiva del lenguaje ordinario y desde una teoría hermenéutica1, interesa mostrar una relación directa entre discurso religioso e imaginarios, como dos elementos en la constitución sociolingüística para este lenguaje. Diferentes estudios desde la hermenéutica y la filosofía del lenguaje se han preocupado por las diferentes características semánticas, sintácticas y pragmáticas de este en relación con el pensamiento humano (cognición) y la correlación con la existencia del mundo (existencialismo, trascendentalismo y realidad). “No hay un átomo de experiencia que no tenga su carga lingüística. Nuestros instrumentos lingüísticos se crean, se transforman y se afinan para poder afinar nuestra penetración de los fenómenos” (Antiseri 1976).
Y es quizás el discurso religioso uno de los fenómenos más trascendentales, en la historia y la cultura de los seres humanos, pues este tiene también un carácter prescriptivo. Se pretenden hacer afirmaciones concretas de realidades de las que se están hablando que no se limitan al ámbito de los sentimientos o de las disposiciones para la acción, se pretenden hacer afirmaciones con un significado que explica o describe una realidad determinada. Se manifiesta desde la fe y, por lo tanto, no dejan de tener un carácter asertivo del mundo.
Lo que expresa el lenguaje religioso es una concepción global de la realidad que se refiere al mundo, si bien desde la perspectiva de un modo de vida, sustentado en la plena certeza de las realidades ontológicas (ser) y existenciales en relación con el hombre-lenguaje-mundo.
Es a través del tiempo que se ha observado en diferentes corrientes del pensamiento humano, en especial en la filosofía y la teología, el desarrollo de teorías que involucran en su lenguaje conceptos metafísicos, morales, éticos y religiosos trascendentes para la constitución de lo real. En esta medida, podemos concebir el complejo fenómeno en el que consiste la comprensión y el análisis del discurso religioso, pero que desde la postura hermenéutica se trata de vislumbrar una interpretación de este lenguaje conformado por una estructura gramatical y argumentativa necesaria para sustentar la relación del hombre con su contexto, su existencia, su representación en el mundo, su abstracción de lo real y la construcción colectiva de posturas intelectuales humanistas.
Una interpretación que funciona como medio para reafirmar una relación causal entre percepción, argumentación y comprensión de lo que soy, asentado en la constitución de la realidad, un elemento espiritual con coherencia en el pensamiento. Es decir, las complejidades que tiene el lenguaje desde sus orígenes, como posibilidad de crear discursos no solo con una intención nominalista (nombrar objetos del mundo), sino como interpretación de la existencia del hombre con su contexto (realidad), como instrumento de comunicación e interpretación para sustentar y entender al ser humano desde sus complejidades existenciales.
En la actualidad son muchos los estudios que abordan temas sobre el lenguaje y, en esa medida, indagan por su intencionalidad, por lo cual se puede inferir que el lenguaje es un tema de gran importancia no solo para la filosofía, sino para la lingüística, la antropología, la psicología y las ciencias cognitivas que han desarrollado estudios y análisis interesantes para comprender el fenómeno del lenguaje no solo como medio de comunicación, sino también como forma de categorizar, representar e intercambiar conceptos a nivel social y construir significados, cargados de sentidos, pero a la vez con una función afectiva e imaginativa, con la cual podemos construir modelos de la realidad.
Por lo tanto, indagar por el problema del lenguaje religioso y cómo este lenguaje constituido por conceptos metafísicos converge en una relación entre sujeto-lenguaje-contexto, para vislumbrar no solo el lenguaje, su discurso, la significación, la interpretación, sino su historicidad y, por ende, su cultura como elementos interpretativos que definen un derrotero para la adquisición de una comprensión acerca de lo humano que llegamos hacer. Lo primero que debemos destacar en relación con el lenguaje religioso es que se trata de un sector del lenguaje caracterizado en parte por un amplio vocabulario y léxico poder generar una reinterpretación que sirva como sustento y referente del mundo.
Teniendo en cuenta lo anterior, el léxico religioso, empero, no es un léxico teórico, en el sentido en que sí lo es, por ejemplo, el lenguaje de la física y otros lenguajes científicos.
El término supremo es, naturalmente, “Dios”, desde la perspectiva usual en esa medida los términos y las demás palabras van adquiriendo su significado2.
Este conjunto de cualidades son la suma de características intrínsecas que el sujeto creyente y la religión han proporcionado como sustento al concepto de dios con el fin de tener un referente y de poder adaptarlo al mundo. En otras palabras, desde un nivel del lenguaje y en especial en una estructura semántica que hace posible que el concepto de dios sea perceptible, en cuanto comprende un número de significados desde un lenguaje.
Sin embargo, considero necesario aclarar que si bien el lenguaje religioso está relacionado con la concepción y categorización del concepto y significado de dios, asumo una posición objetiva y filosófica a través del análisis y reflexión acerca del problema del lenguaje religioso, no necesariamente argumentando la existencia de dios; no necesariamente toda la construcción semántica de los metarrelatos de algunos discursos religiosos se enmarquen en el concepto de dios o que su significado dependa de la existencia de sus referentes. Es necesario, pero no suficiente en términos de la lógica, realizar esta aclaración y entender que este ejercicio representa un intento por comprender no sólo el lenguaje religioso, sino el fenómeno de los conceptos que aplican para este discurso, el fenómeno de la creencia a través del lenguaje y las relaciones que este lenguaje puede alcanzar en cuanto a la ética, la estética y la moral. Lenguajes referentes a la concepción del ser humano para sustentar sus creencias, apreciaciones, interpretaciones y concepciones del mundo.
Ahora bien, después de detenerme en esta precisión acerca de mis pretensiones filosóficas frente a esta reflexión, trataré de realizar un ejercicio que nos conduzca a identificar la trascendencia significativa del lenguaje religioso, para esto es necesario determinar la significación real de sus expresiones lingüísticas, el lenguaje religioso expresa la actitud singular del hombre ante la globalidad de la realidad. Las expresiones lingüísticas de estas convicciones revisten unos caracteres especiales como son:
Simbólico
El símbolo adquiere una gran relevancia dentro del lenguaje religioso, es quizás una de las distinciones que, desde la hermenéutica, han propuesto para comprender la intencionalidad del lenguaje o discurso religioso. Lo simbólico determina o expresa una realidad de orden superior mediante palabras tomadas de la vida ordinaria, que más que mostrar realidades la significan (De Sahagún Lucas, 1999). El lenguaje simbólico se nutre de elementos significativos ¿Que tiene que ver todo esto con el lenguaje religioso? Es lo más importante, lo más decisivo. Porque la religión no consiste en una serie de conocimientos que el creyente cree que son verdaderos lenguaje religioso, no depende de la veracidad de sus enunciados sino de la creencia de los creyentes, sino en las experiencias fundamentales que determinan lo que es nuestra manera de vivir y nuestro comportamiento. Por eso, el lenguaje religioso tiene que ser necesariamente un “lenguaje simbólico” que simboliza una relación entre lo humano con lo divino, lo religioso y lo pagano, el bien y el mal. De acuerdo con la perspectiva, el discurso religioso está provisto de imágenes y significados, arte y estética, narraciones orales y escritas que determinan un conjunto de significados.
A diferencia del lenguaje científico que enuncia y describe hechos, y el matemático que expresa deducciones racionales, el religioso a entidades evocadas en la conciencia por objetos y acontecimientos sugeridos de las mismas. Por eso no se nutre de enunciados fácticos, sino de elementos significativos, sin que por ello carezca de objetividad y realismo (De Sahagún Lucas 1999).
Sintáctico
Cuando pronunciamos conceptos metafísicos no estamos diciendo un sentimiento personal, ni una disposición personal, estamos pretendiendo hacer afirmaciones que de alguna manera explican una realidad. Ciertamente, la explican desde la fe, en la perspectiva peculiar de la fe, pero no por ello dejan de tener un carácter asertivo. Ahora bien, si aplicamos el concepto de sintaxis, como disciplina lingüística que estudia el orden y la relación de las palabras o sintagma de la oración, así como las funciones que cumplen3.
En esta medida, el lenguaje religioso está sustentado en su construcción lingüística en enunciados y oraciones sintácticas, que tiene como intención la relación de la palabra, en su orden gramatical que enuncian un discurso coherente. Para que tenga una consistencia la sintaxis del discurso religioso, debe tener una estructura lógica para que no se contradiga para concebir la logicidad de los enunciados religiosos es importante contemplar los siguientes elementos: el primero son las proposiciones válidas (el contenido objetivo) que en el lenguaje religioso sería el credo, el segundo serían las reglas heurísticas, que sería el discurso religioso basado en los escritos sagrados y la tradición, el tercero es el supuesto básico, que determina en el creyente aceptar y a los interlocutores aceptar los discursos de la fe, como verdaderos.
Semántico
De acuerdo con la clasificación semántica desde la concepción del lenguaje religioso, es necesario detenernos en tres significados esenciales para interpretar desde la lingüística y el análisis del lenguaje, como el discurso religioso se sustenta desde cada concepción y cuál es el papel que juega dentro de estos niveles semánticos. Teniendo en cuenta la relación semántica que este discurso ocupa en los asuntos discursivos, este rescata la posibilidad de un lenguaje literal sobre dios, analogía; fundamentación del lenguaje en la experiencia religiosa, la fe; fundamento del lenguaje religioso.
Según el planteamiento que realiza Conesa y Nubiola:
“Las proposiciones religiosas expresan una actitud respecto del mundo (blik). Aunque no se detiene a definir lo que es un blik señala que puede ser entendido como «una actitud o posición fundamental, o una presuposición que una persona toma respecto a los hechos y/o el mundo». Cada persona tiene una actitud respecto del mundo, la cual puede ser sensata o insensata, pero nunca verdadera o falsa. Esta actitud respecto del mundo es fundamental para el sujeto y, a diferencia de otras actitudes, es permanente. Lo importante es tener una actitud justa, aunque no se explica cómo distinguir entre diversas actitudes ante el mundo la que es justa. (Conesa y Nubiola 270)”.
Esto determina de cierta forma el valor semántico de los enunciados religiosos, o la construcción narrativa del discurso religioso, es decir la connotación que tiene este lenguaje, a la hora de referirse al mundo. Para esto, no es necesario pretender falsear o verificarlo, sino, interpretarlo acorde a la actitud del sujeto en relación con el mundo. Cabe resaltar en este apartado, la experiencia religiosa que no se puede reducir necesariamente a un carácter empírico, sino esa vivencia singular que se estudia en la filosofía de la religión, que constituye a un ser humano religioso, místico, trascendental en relación con el universo. Es así, que el lenguaje religioso adquiere sus propios fundamentos de logicidad. Para comprender lo anterior, explicaré desde los tres significados de semántica, como el lenguaje religioso se instaura en esas concepciones. Semántica lingüística4 si el lenguaje religioso, obedece a este significado, entonces podríamos concluir, que dada las características y la cualidades gramaticales de este lenguaje y su significado de los conceptos, el lenguaje religioso está sustentado sobre estos principios, lo cual conceptos metafísicos como esencia, dios, ser, inmortalidad, trascendencia, alma, fe, inmanencia entre otros, representan una carga semiótica que justifica su valor de identidad , significado y referencia.
En cuanto a la semántica en matemática y lógica5, el lenguaje religioso, por ser una construcción narrativa, con referente conceptos del lenguaje ordinario, y categorías gramaticales; se distancia de esta clasificación semántica, en donde el lenguaje formal constituido por símbolos lógicos, leyes lógicas y reglas sintácticas propias de la lógica, constituyen un amplio universo, de legitimar proposiciones científicas y observacionales de los discursos sustentados en teorías, en esta medida implementar este tipo de semántica lógica, distancia de los intereses argumentativos del discurso religioso, sin embargo, la misma ciencia, en especial la física cuántica, constituye teorías que discrepan de una corroboración observacional, algo como una especie de metafísica científica, pero, que por ser ciencia no deja de contener un significado, para explicar los fenómenos de la naturaleza.
Carácter participativo y comunicativo (pragmático)
Como cualquier forma de lenguaje, el religioso desempeña una función comunicativa basada en la participación. Para que dos interlocutores se entiendan, es necesario que se muevan en un terreno común y comprendan el sentido de los términos empleados (De Sahagún Lucas, 1999). Y no solo el sentido de los términos, la relación entre cómo interpretamos los significados con el contexto. Por eso, para comprender la relación pragmática del discurso religioso, es necesario entender su capacidad discursiva, su aplicación con el medio, lo que se pretende comunicar, y cómo se asimila. Por esto, el lenguaje religioso comprende a partir de su oraciones en sí mismas un contenido semántico, pero su significado e interpretación adecuados no dependen solo de ese contenido sino que requieren un contexto lingüístico definido para ser interpretadas.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
Antiseri, Dario. (1976). El problema del lenguaje religioso. Madrid: Cristiandad.
Ayer , A.J. (1965). El positivismo logico. México: Fondo de cultura económica.
Conesa, Francisco y Nubiola, Jaime. (2002). Filosofía del Lenguaje. Barcelona: Herder.
Carnap, Rudolf. (1981) Filosofia y sintaxis logica. España: Alianza.
De Sahugún, Juan Lucas .(1999). Fenomenologia y filosofia de la religion. Madrid: Biblioteca de autores cristianos.
Garay Sàdaba, Javier. (1977).Lenguaje religioso y filosofía analítica. Madrid: Ariel.
Gonzales Rincón, Alfonso. (1978). «Lenguaje religioso y ciencias del lenguaje.» Ideas y valore. Universidad Nacional de Colombia.
Hume, David. (1995). Investigacion sobre el conocimiento humano. España: Alianza.
Wittgenstein, Ludwig. (1972). Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Ariel.
1 Teoría de la interpretación que tiene por fin aclarar el sentido del texto partiendo de sus bases objetivas (significaciones gramaticales de los vocablos y sus variaciones históricamente condicionadas) y subjetivas (propósitos de los autores. hermenéutica filosófica. Como resultado, la filosofía se enclaustra en el marco de la lengua, lo cual aproxima la hermenéutica al “análisis del lenguaje” que hacen los neopositivistas. (tomado http://www.filosofia.org/enc/ros/herm.htm).
2 www.filosoficas.unam.mx/tomasini/ensay religioso. Frente a dios, o si se prefiere, con la referencia de dios, por ejemplo, se pueden mantener toda una serie de actitudes o relaciones; se cree en él, se le obedece y desobedece, se le implora, se le pide perdón, se le promete o jura, se le puede rezar, conocer, pensar, tener fe, experimentar y hablar una experiencia religiosa. Dios mismo tiene una serie de propiedades, que, siendo impuestas por el hombre a través de un lenguaje, describen un referente de la entidad como algo existente, es creador, bueno, omnipotente, infinito, todopoderoso, omnisciente claro está, una serie de propiedades, atribuciones y cualidades, dotadas por un convencionalismo del lenguaje, pues el mismo individuo, la comunidad quienes a través de la fe, sustentan estas construcciones lingüísticas, caracterizando un ser metafísico, pero categorizado con referentes.
3 https://dle.rae.es/sintaxis. Del lat. tardío syntaxis, y este del gr. σύνταξις sýntaxis, de συντάσσειν syntássein ‘disponer conjuntamente’, ‘ordenar’. f. Gram. Parte de la gramática estudia el modo en que se combinan las palabras y los grupos que éstas forman para expresar significados, así como las relaciones que se establecen entre todas esas unidades.
4 La semántica lingüística es el estudio del significado de las palabras de un lenguaje. La semántica lingüística contrasta con otros dos aspectos que intervienen en una expresión con significado. La semántica examina el modo en que los significados se atribuían a las palabras, sus modificaciones a través del tiempo y aún sus cambios por nuevos significados.
5 En matemática se usan lenguajes formales o expresiones formales, cuyo significado es interpretable sobre conjuntos que cumplen ciertas propiedades abstractas recogidas en las expresiones formales. La teoría de modelos incluye el concepto de interpretación de un conjunto de símbolos; en dichas interpretaciones, los signos se refieren a elementos de un cierto conjunto preconstruido o conocido. La veracidad de una expresión en una interpretación determinada depende de que el conjunto sobre el que se interpretan las expresiones satisfaga o no determinadas condiciones.