Revista de Investigaciones Universidad del Quindío,

34(S5), 246-259; 2022.

ISSN: 1794-631X e-ISSN: 2500-5782


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Personalización de la política y liderazgos políticos: Los casos de las elecciones presidenciales de 2012 y 2018 en México


Personalization of politics and political leadership: The cases of the 2012 and 2018 elections in Mexico



Ramsés Daniel Martínez-García1*; Igor Vivero Ávila2.


1.Universidad Autónoma del Estado de México, México. psicol.ramses@gmail.com

2. Universidad Autónoma del Estado de México, México. riviveroa@uaemex.mx


* Autor de correspondencia: Ramsés Daniel Martínez García, e-mail: psicol.ramses@gmail.com



Resumen


El propósito esencial de la ponencia es analizar la tendencia de la personalización de la política en campañas electorales como resultado del cambio dentro de las organizaciones partidistas, entendida como arreglos y ajustes institucionales que los partidos políticos han tenido que asumir para mantenerse presentes en el sistema de partidos mexicano, al maximizar la visibilidad mediática de los candidatos y de sus cualidades personales, delegando la experiencia política en segundo plano (Rahat, 2015) y, por otra parte, debido a los liderazgos políticos personales que han desarrollado.Los estudios de caso que se presentan son dos. El primero es la elección presidencial de 2012 marca el regreso al poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con su candidato Enrique Peña Nieto, bajo un esquema de campaña basado en el apoyo estructural del partido, pero también por una elevada exposición mediática de la vida personal de un político con cualidades carismáticas personales. El segundo caso que se analiza es la victoria de Andrés Manuel López Obrador, supone el ascenso de un partido político de reciente creación; Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) quien vio en la figura de su candidato el medio para ser protagonista de la vida política nacional. Ambos casos representaron alternancias de gobierno y muestran dos tipos de liderazgos políticos contrastantes desde su origen y en la forma que desarrollaron sus carreras políticas para llegar a la presidencia de la República.También es importante señalar que hay factores exógenos que impulsan el cambio partidista y el surgimiento de liderazgos políticos personales. Entre ellos, se encuentra la disminución de identidades partidistas (Moreno, 2009) volatilidad del voto (Díaz y Vivero, 2015) y ascenso del uso de los medios de comunicación digital. Todo ello abona a que las campañas electorales se encuentren en la etapa posmoderna (Díaz, 2016) caracterizada por priorizar la exposición de la imagen personal de los candidatos y candidatas.


Palabras clave: liderazgo político; medios de comunicación; identidad partidista; candidatos; trayectoria política.


Abstract


The essential purpose of the paper is to analyze the tendency of personalization of politics in electoral campaigns as a result of the change within party organizations, understood as institutional arrangements and adjustments that political parties have had to assume to remain present in the electoral system. Mexican parties, by maximizing the media visibility of the candidates and their personal qualities, delegating political experience to the background (Rahat, 2015) and, on the other hand, due to the personal political leadership they have developed. The case studies presented are two. The first is the 2012 presidential election, marking the return to power of the Institutional Revolutionary Party (PRI) with its candidate Enrique Peña Nieto, under a campaign scheme based on the party's structural support, but also due to high media exposure of life personality of a politician with personal charismatic qualities. The second case that is analyzed is the victory of Andrés Manuel López Obrador, it supposes the rise of a recently created political party; National Regeneration Movement (MORENA) who saw in the figure of his candidate the means to be a protagonist of national political life. Both cases represented government alternations and show two contrasting types of political leadership from their origin and in the way they developed their political careers to reach the presidency of the Republic. It is also important to note that there are exogenous factors that drive partisan change and the emergence of personal political leadership. Among them is the decrease in partisan identities (Moreno, 2009), the volatility of the vote (Díaz and Vivero, 2015) and the increase in the use of digital communication media. All this contributes to the fact that electoral campaigns are in the postmodern stage (Díaz, 2016) characterized by prioritizing the exposure of the personal image of the candidates.


Keywords: political leadership; media; partisan identity; candidates; political trajectory.


INTRODUCCIÓN


Los medios de comunicación tradicionales y digitales representan una herramienta de exposición mediática de gran atractivo para los políticos en contiendas electorales cuyo principal objetivo es ganar la confianza del electorado para verse reflejada en las urnas. Se viven momentos en los que la opinión pública es fuertemente influida por la información presentada en diversos medios de comunicación y por la imagen personal de políticos, artistas y deportistas. Así, la personalización política se ha convertido en tendencia actual en la que la exposición de atributos personales de políticos se convierte en el eje central en la realización, por ejemplo, de campañas electorales.


No todos los políticos pueden potenciar su imagen personal, solo aquellos que tienen el poder de impactar en la decisión de los demás y que son capaces de persuadir y convencer pueden asumir un rol de liderazgo y ocupar un papel céntrico en la construcción de campañas electorales. Se trata de aquellos que saben optimizar y potenciar su capital político (Morlino y Alcántara, 2019) para obtener la preferencia del electorado. Todo importa en la construcción de la imagen del político ganador (Villace-Fernández, 2022): características personales, estilo de liderazgo, visión del líder, actitudes, características personales de los seguidores, peculiaridades de la organización política de la que proceda, sus valores, intereses, objetivos y estructura, entorno social y político, etc.


La postura que se argumenta en la ponencia es que la personalización de la política no es solo una mera tendencia mediática o de comunicación política, en el trasfondo debe mirarse como consecuencia de reajustes en la relación entre partidos políticos y sus candidatos y candidatas, en los que la importancia de los liderazgos de estos últimos es fundamental para convencer a un electorado cada vez más plural, pero al mismo tiempo, para incidir en la dinámica partidista de la que provienen. De esta manera, se han seleccionado dos casos de campañas electorales que pueden evidenciar liderazgos contrastantes, incluso, antagónicos representados en la imagen personal de Enrique Peña Nieto (EPN) y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ganadores de las contiendas electorales a nivel presidencial de los años 2012 y 2018 respectivamente.


La estructura del escrito se configura de la siguiente manera: En el primer apartado Personalización de la política y campañas electorales: en el centro los liderazgos políticos.


Se analiza cómo la maximización de la imagen personal de los candidatos y candidatas incide en el diseño y resultado de campañas electorales y, al mismo tiempo, se reflexiona sobre cómo sus liderazgos, atributos y características conforman un eje céntrico para ocupar una posición fundamental en los procesos electorales. En el segundo apartado Trayectorias políticas y liderazgos: los casos de las elecciones federales de 2012 y 2018 en México se analiza puntualmente cómo los liderazgos de EPN y AMLO consolidaron sus partidos políticos y permitieron focalizar las campañas electorales en su persona. El último apartado de conclusiones, esboza líneas de reflexión y análisis que pueden ser consideradas para futuras oportunidades.


Personalización de la política y campañas electorales: en el centro los liderazgos políticos


Entre los retos actuales de los partidos políticos se encuentra aprovechar y optimizar los recursos que tienen a su disposición para mantenerse vigentes y seguir siendo pieza clave en el desarrollo de la vida democrática. La exposición mediática, fruto de la etapa posmoderna del desarrollo de campañas electorales (Díaz, 2016), caracterizada por un votante volátil y mayor uso de medios de comunicación digital, tiende a movilizar políticamente a las personas porque aumenta sus intereses y conocimiento (Diaz y Muñiz, 2016) y en consecuencia favorece la participación cívica. Esta lectura, tiende su fundamento en la acepción de que el uso de los medios de comunicación directos como la televisión, e-mail y redes sociales permiten alcanzar distintos segmentos de votantes, cuyas características sociodemográficas son heterogéneas y diversas.


En el contexto actual donde los medios de comunicación son esenciales en la vida social, la personalización de la política es un tema que ocupa especial importancia en algunos debates actuales, particularmente en los temas relacionados con la comunicación política, diseño de campañas electorales, y otros más vinculados, incluso, con marketing político (Valdez y Huerta, 2008). Otras miradas sitúan el debate sobre marketing político y las consecuencias negativas que ha traído a las democracias (Sánchez, 2005) señalando que la personalización de la política, revela una crisis de credibilidad de los partidos políticos y la reconfiguración de la legitimidad a través de los actores (individuales de la vida política) Ambos, son fenómenos que reducen la vida democrática y actividades electorales en una competencia comercial basada en las características personales de los candidatos y candidatas.


Entonces, se debe asumir que la personalización de la política hace referencia al mayor énfasis que los medios de comunicación y partidos políticos proporcionan al comportamiento y características personales de los candidatos en su persona, sus características e individualidades (Porath, 2014). Así el candidato (o candidata) (en su persona) representará una especie de atajo cognitivo para que los ciudadanos emitan su voto, orientados por las cualidades, experiencia y características de personalidad que este puede demostrarles.La importancia de los abordajes recurrentes de la personalización política y su impacto en la decisión de voto de los ciudadanos radica en que supone un enfoque distinto al que pueden ofrecer los estudios clásicos sobre comportamiento electoral, pues rescata la trascendencia de los medios de comunicación, y de manera especial, el impacto que pueden tener los medios de comunicación digitales, como elementos sustanciales de la comunicación política de la actualidad y su impacto en el electorado.


De manera concreta, la personalización política puede ser dividida en los siguientes tipos (Balmas, Rahat, Sheafer y Shenhav, 2012):



Vista de esta manera, la personalización política se conforma de varias tipificaciones que orientan suestudio sistemático a la luz de las acciones emprendidas por los medios de comunicación, partidos políticos, candidatos y candidatas, y al mismo tiempo por los votantes que, de alguna manera, se ven influidos en sus decisiones electorales. En este sentido, es preciso señalar algunas cualidades o características que la imagen del político debe reunir (Porath, 2014).



Entonces, la personalización política desarrollada en los medios de comunicación posee las siguientes características (Porath, 2014: 29):



Aunque las definiciones sobre personalización política pueden ser variadas, todas parecen indicar, según Van Santen que este fenómeno es multidimensional en al menos las siguientes áreas: a) Mayor foco en los principales líderes, menos visibilidad de los partidos políticos, b) narrativas personales que permite mayor atención a las experiencias emocionales de los individuos, c) los medios de comunicación centran su atención en los atributos y competencias políticas de políticos individuales, y d) privatización que representaría la mayor atención de los medios de comunicación a la vida privada de los políticos. Así, la personalización de la política en campañas electorales puede ser entendida como una consecuencia de la apertura de los sistemas electorales que las dirigencias partidistas esperan encontrar (Gilas, 2020). De manera concreta se espera que: a) los representantes actúen en favor de la sociedad, b) amplíen la capacidad de influencia ciudadana sobre quienes ganarán espacios de representación, c) genere un vínculo más directo sobre quienes ganarán espacios de representación, d) logre que los candidatos tengan un mayor arraigo y fortalezca en los procesos electorales.


Así, la política moderna se caracteriza por su condición de lucha que puede ser tan encarnizada al momento de competir por un cargo de elección popular (García, 2019) y en la que los líderes políticos deben poner a prueba su capital social y político para obtener la victoria. Esto implica potenciar al máximo beneficio sus habilidades, capacidades y atributos personales para lograr consolidar propuestas capaces de aglutinar intereses, necesidades y puntos de vista diversos. La encomienda de los candidatos y candidatas, entonces, es asumir liderazgos con el suficiente poder para conciliar, persuadir y comunicar eficazmente ideas, creencias y perspectivas que puedan orientar la visión de sus seguidores.


De esta manera, para la personalización política es fundamental que los candidatos y candidatas cuenten con características personales, actitudes, habilidades de comunicación, trayectorias políticas y, sobre todo, liderazgos suficientes para poder asumir una posición céntrica en el desarrollo de estrategias y acciones que permitan captar una mayor cantidad y diversidad de votantes y, al mismo tiempo, favorezcan arreglos, acuerdos y consensos en la organización partidista de origen que, a su vez, sirvan de base para impulsar su imagen personal.


Trayectorias políticas y liderazgos: los casos de las elecciones federales de 2012 y 2018 en México.


Las victorias en las últimas dos elecciones presidenciales (2012 y 2018) en México representan un laboratorio muy interesante para analizar las trayectorias políticas y liderazgos de los candidatos ganadores. Así, es posible encontrar a dos políticos profesionales con liderazgos políticos carismáticos contrastantes y dos ajustes partidistas singulares que potenciaron la imagen personal de aquellos. El primero de ellos, en la persona de Enrique Peña Nieto (EPN) y el segundo caso en la imagen de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).


A continuación, se realizan planteamientos generales sobre el desarrollo de las elecciones presidenciales de 2012 y 2018, que permitirán contextualizar y describir el escenario político en el que se llevaron a cabo, para luego, y con ello profundizar en el análisis de las dimensiones de interés; liderazgo político de los candidatos ganadores y reajuste partidista. En este sentido, el siguiente apartado ofrece una panorámica general que invita a un abordaje cronológico-descriptivo.


Elecciones de 2012: El regreso del PRI al poder y el liderazgo carismático de Enrique Peña Nieto.


El abordaje que se propone de la elección presidencial de 2012 se orienta a dos variables esenciales: el estudio del liderazgo político mostrado por Peña Nieto como catalizador de la personalización política, y por otra parte a los aspectos más relevantes de su trayectoria como político profesional desde sus inicios en la gestión de Arturo Montiel en el Estado de México (1999-2005) hasta su estancia en el ejecutivo federal (2012-2018).


La carrera política de EPN debe mirarse a través del impulso que tuvo del PRI mexiquense y de personajes políticos de gran influencia en la entidad. Encuentra en la administración de Arturo Montiel el arropo para posicionarse en puestos políticos que lo iban aproximando de manera paulatina a un perfil de supuesto rejuvenecimiento político en esta entidad ocupando puestos burocráticos y como legislador en el congreso estatal como preámbulo de su victoria en la contienda electoral a la gobernatura de la entidad mexiquense. Aunque su afiliación al PRI la tuvo cuando tenía 18 años, no fue hasta el año 2000 (a los 34 años de edad) cuando asume el cargo de Secretario de Administración del gobierno mexiquense, para luego entre 2003 y 2004 ser diputado local y en el 2005 ganar su primer cargo de elección popular.


Hacia el año de 2005, EPN asume la gobernatura mexiquense, el camino no fue sencillo pues tuvo que enfrentarse por la candidatura del PRI a figuras políticas de liderazgo local, por ejemplo, Isidro Pastor (Corona, 2012) o Carlos Hank Rhon. Desde el comienzo, se perfilaba como “la cara rejuvenecida” del nuevo priismo: eficaz, formado y arropado por la estructura partidista mexiquense, en particular por Arturo Montiel y el cuestionable y polémico “Grupo de Atlacomulco” (Loaeza, 2020) Desde ese momento, la imagen personal de EPN sería “el sello de casa” de su administración y, además, de su posicionamiento como eventual candidato a la presidencia.


Tras las derrotas del PRI en las elecciones presidenciales de los años 2000 y 2006 y la descentralización de los mecanismos de toma de decisiones del propio partido, Peña Nieto tenía ante sí la oportunidad de establecer alianzas con militantes priistas, y con ello posicionarse como líder político conciliador e integrador de cara a su candidatura para las elecciones de 2012. De manera específica, en esta etapa de reconfiguración partidista, la labor que tuvo a bien realizar EPN fue el apoyo a gobernadores como una manera de ganar lealtades personales (Loaeza, 2020) y apoyos internos en el PRI. Los gobernadores que recibieron la ayuda fueron Fernando Toranzo de San Luis Potosí, Yvonne Ortega de Yucatán, Javier Duarte de Veracruz y Jesús Calzada de Querétaro. Así, se configuraban nuevos liderazgos internos que ponían a Peña Nieto como el gran hacedor de acuerdos, bajo un esquema de unificación e integración de vertientes que coexistían en la dinámica interna del PRI con miras a las elecciones siguientes, las del año 2009.

Con cierto optimismo esperanzador se asumieron los resultados de las elecciones intermedias de 2009 (Loaeza, 2020 en las que el PRI obtuvo la victoria en 15 gobernaturas (de las 16 que estaban en juego), además de conseguir la mayoría en el Congreso. Esto supuso un resurgir de la fuerza política del partido y, al mismo tiempo, se consolidaban nuevos liderazgos que se conformaban a la luz de prácticas de descentralización en la que los gobernantes adquirían mayor protagonismo, en detrimento del presidencialismo que durante varias décadas caracterizó las relaciones entre el gobierno federal y el de las entidades.


Otra decisión acertada de EPN que ratificaba su capacidad de liderazgo integrador, fue ya entrada la recta final de su gestión como gobernador del Estado de México. Cinco aspirantes a la candidatura del gobierno mexiquense alzaron la mano: Luis Videgaray, Ernesto Némer, Alfredo del Mazo, Ricardo Aguilar y Eruviel Ávila. Con el ánimo de mantener la cohesión interna del partido (Navarrete, 2013) la labor de EPN fue fundamental para establecer acuerdos y con ello evitar desgaste en procesos que pudieran desarticular a un recién aliviado PRI, y así todos los aspirantes declinaron en favor de Ávila, quien a la postre, se convertiría en el gobernador de la entidad y dejaba a EPN en una posición muy atractiva para comenzar con una campaña de elección presidencial bajo el reconocimiento partidista de su liderazgo político.


Dado el liderazgo político unificador, conciliador y carismático de Peña Nieto con la militancia del priismo, tuvo que encarar un proceso interno de elección contra el ex-senador Manlio Fabio Beltrones para determinar quién sería el candidato del PRI para las elecciones presidenciales de 2012. Según una nota periodística de El País en noviembre de 2011, Beltrones anunció su retiro por la aspiración a la candidatura argumentando “unidad de partido” y con ello dejaba el camino libre al ex –gobernador mexiquense. Desde el comienzo de la campaña electoral, EPN mostró un porcentaje amplio de intención de voto a favor 1, dicha tendencia no cambiaría (aunque sí se acortaría) y él resultaría ganador. Así, las elecciones de 2012 se llevaron a cabo en un clima político de desilusión por los pocos resultados óptimos que Felipe Calderón del Partido Acción Nacional (PAN) tuvo en materia de combate a la pobreza, seguridad, educación y en general en temas medulares de la vida social (Meyer, Calleja y Miranda, 2012). Dicho desencanto ciudadano contribuyó al regreso del PRI a la presidencia, y con ello el reacomodo de las fuerzas políticas


El análisis sobre la victoria de Enrique Peña Nieto (ver tabla 1) puede darse en distintas latitudes y tomándose en consideración varios ámbitos. Por ejemplo, resulta interesante señalar que la campaña electoral del candidato de la coalición PRI-PVEM estuvo caracterizada por la presentación constante de spots en televisión abierta y YouTube. Fueron de acuerdo con un estudio presentado por Animal Político en el año 2012, 13,725 spots que presentó desde el 30 de marzo al 6 de mayo, y se reproducían 326 veces al día, lo que representó un bombardeo para el votante. El tema que más se repitió en el contenido de su estrategia de marketing fue el cumplimiento de sus compromisos cuando era gobernador del Estado de México y de la experiencia que tenía para brindar estabilidad social y económica (Díaz y Góngora, 2016). Así, la estructura partidista que respaldó a EPN estuvo dedicada a contribuir a la construcción de una imagen personal educada, honesta y con experiencia política (Olmeda y Armesto, 2013) que en conjunto con otras facultades y atributos podían dirigir al país al camino de la certeza social y política.


En concreto, la exposición y banalización de la vida personal en medios de comunicación, exposición mediática de su persona y otras estrategias vinculadas a la maximización de sus atributos, fueron complementarias para el desarrollo de la campaña presidencial de EPN para el año 2012. Así, la plataforma política en la que descansaría su proyecto de nación estaría determinada en función de los siguientes rubros: a) Modelo de libre mercado con propósito social, b) Aplicación de impuestos justos y progresivos para que quien ganara más, pagara más y revisar las atribuciones fiscales en los tres sistemas de gobierno, c) Modernizar Pemex, con la participación del sector privado, y d) Erradicar la pobreza alimentaria.


Los resultados finales dieron como ganador a EPN por un margen cercano a siete puntos porcentuales, su victoria era clara en relación al segundo lugar y con ello se daba la alternancia política. Tras doce de años en el Ejecutivo Federal, el Partido Acción Nacional (PAN) tenía que ver su proyecto frustrado de tener a la primera presidenta de México en la persona de Josefina Vázquez Mota. De esta manera, el PRI tendría una nueva oportunidad de volver a consolidarse como la primera fuerza política nacional, y Enrique Peña Nieto tendría la responsabilidad de atender las prioridades en materia de seguridad, salud, corrupción, y en consecuencia modernizar a México.


En resumen, es posible señalar que el liderazgo político desempeñado por Peña Nieto no solo fue respecto al diseño de estrategias de personalización y exposición mediática como medio esencial para ganar las elecciones de 2012, su influencia fue fundamental en el reacomodo interno del PRI para generar acuerdos y estructurar cohesión interna cuando este venía de dos derrotas electorales en los sexenios de 2000 y 2006. Consiguió lealtades políticas que sirvieron de base para unificar objetivos, metas y encarar momentos de crisis, de reacomodos y de desarrollo de nuevos liderazgos en el seno del Partido Revolucionario Institucional. De esta manera, las acciones emprendidas por EPN bajo el esquema de liderazgo carismático integrador (Navarrete, 2013) fueron:



De manera sintética, EPN representaba la imagen de un político de origen priista, apoyado por personajes de gran importancia política en la entidad mexiquense, como Arturo Montiel, tuvo a bien aprovechar el momento coyuntural a nivel social en el país debido a los malos resultados del gobierno de Felipe Calderón y por otra parte, ser pieza angular para encarar los enormes desafíos que tenía el partido político para volver a posicionarse como primera fuerza política nacional. Los resultados de las elecciones presidenciales de 2012 son los siguientes:


Tabla 1.
Resultados de las elecciones de 2012.

Candidato

Coalición o partido político

Porcentaje de votos

Enrique Peña Nieto

PRI-PVEM

38.2%

Andrés Manuel López Obrador

Coalición Movimiento Progresista

PRD-PT-MC

31.5%

Josefina Vázquez Mota

PAN

25.4%

Gabriel Quadri

Nueva Alianza

2.2%

Fuente: Elaboración propia a partir de (INE, 2012).


La tabla anterior muestra que el margen de victoria de EPN fue claro, reflejándose una diferencia de casi siete puntos porcentuales (más de 3 millones de votos) con respecto al segundo lugar, el candidato por Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador en tanto que la candidata del PAN se ubicó en el tercer puesto de las preferencias electorales


Elecciones de 2018: MORENA logra la alternancia y AMLO consolida su liderazgo político.


Las elecciones presidenciales de 2018 tienen especial relevancia, toda vez que permiten por primera vez el ascenso de un partido político de izquierda nominal, y también porque el porcentaje de victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue histórico. Para los fines del escrito, el abordaje que se realizará es desde dos vertientes a saber: la trayectoria política y el liderazgo desempeñado por AMLO en la creación del partido y en el posicionamiento de personalización que asumió en la campaña electoral para el 2018.


La trayectoria proselitista de AMLO da comienzo en 1976 cuando forma parte de la campaña por la gobernatura de Tabasco de Carlos Pellicer Cámara, no obstante, es en 1982, de la mano de Enrique González Pedrero cuando comienza a tener mayor fuerza política en la entidad tabasqueña, y un año después es designado presidente del Comité Directivo Estatal del PRI de la entidad. Desde ese momento, su inclinación política hacia la izquierda le ocasionó dificultades con los militantes priistas tabasqueños, generando con ello su destitución en noviembre de 1983. Su alejamiento con el PRI se haría más evidente en los próximos años, pues según AMLO, la falta de identidad del partido con los principios ideológicos de democracia y justicia social (Bolívar, 2017) lo habían desorientado de las causas sociales.


Ya para el año de 1988 (y siendo militante del PRD) pierde su primera elección a la gubernatura de Tabasco con el priista Salvador Neme Castillo, y para 1994 vuelve a hacerlo, ahora teniendo como adversario político a Roberto Madrazo. Dos procesos electorales con resultados desfavorecedores no impidieron que AMLO continuara su carrera política, ahora en posiciones clave de liderazgo en la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Sus atributos como buen negociador, impetuoso y un político muy activo le permitieron conseguir el arropo de grupos de importante peso político del PRD, por ejemplo, de René Bejarano y Armando Quintero Martínez para que en el 2000 lograra la jefatura del (aquel entonces) Distrito Federal.


El liderazgo político de AMLO debe rastrearse desde el periodo en el que fue militante y dirigente del PRD, candidato a la gobernatura de Tabasco, así como su estancia en la jefatura del Gobierno del Distrito Federal y las candidaturas presidenciales de 2006 y 2012. Es visible la transición constante entre un tipo de líder carismático dominante a uno de tipo integrador (Espinoza y Navarrete, 2016) en la que ha pasado de posturas de distanciamiento y desencuentros políticos a la elaboración de estrategias que tienden a la conciliación. Las acciones más importantes de liderazgo carismático integrador que realizó AMLO en el periodo de 1996 a 2000, fueron según Espinoza y Navarrete:



No obstante, para el periodo de los años 2000 a 2006, su liderazgo se ve fuertemente modificado, debido a que sustituye su posicionamiento de evitar conflictos directos con el gobierno federal, y en lugar de ello, adopta una postura de enfrentamiento directo y de ruptura (Bolívar, 2017) con el presidente Vicente Fox. Aunado a ello, el conflicto interno que vivía con algunas fracciones del PRD encabezadas por Jesús Ortega y Jesús Zambrano terminarían con su liderazgo cuando Ortega asume la presidencia nacional del PRD. Un hecho que marcó la ruptura entre AMLO y el Partido de la Revolución Democrática fue el proceso electoral de la Delegación Iztapalapa (Espinoza y Navarrete, 2016) cuando “Juanito” apoyado por el Partido del Trabajo (PT) y López Obrador gana los comicios y deja su lugar a Carla Brugada.


El lustro siguiente (2000 a 2005), fue crucial en la carrera política de AMLO, pues logró afianzar un liderazgo carismático con los ciudadanos, debido a que se mostraba como un político tenaz, preocupado por las causas sociales y en claro y marcado distanciamiento con los cuadros políticos que habían gobernado históricamente y que, además, se asociaban con corrupción y malos manejos. Posteriormente, dos procesos electorales (2006 y 2012) por la presidencia de México verían como candidato a López Obrador, en ninguno de ellos obtendría la victoria, pues en las primeras elecciones, y en las que argumentaría fraude, Felipe Calderón resultaría ganador, y en las siguientes Enrique Peña Nieto se vería favorecido por los votantes.


Cabe recordar que en las votaciones de 2006 y con un resultado en contra de apenas 0.56% con respecto a Felipe Calderón, instrumentó una serie de acciones que hacían el llamado a la resistencia civil pacífica y desde julio de ese mismo año, el zócalo capitalino se vería “tomado” por multitudes de simpatizantes del político tabasqueño. Además, de que en varias entidades del país se orquestaban acciones orientadas a la desaprobación de los resultados de dichas votaciones.


Para las elecciones de 2018, AMLO sería candidato por tercera ocasión a la presidencia de México, ahora bajo el respaldo de la coalición “Juntos Haremos Historia” comandada por Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), partido político de reciente creación y cuyo líder principal era el mismo López Obrador. El resultado le sería favorecedor y después de dos intentos obtendría la victoria en los comicios federales. La conformación de MORENA como partido político (en su comienzo como asociación civil) no solo supuso el debilitamiento del PRD, toda vez que muchos de sus militantes y líderes salieron junto AMLO, por ejemplo, Marcelo Ebrard, Martí Batres y Mario Delgado, sino que también impulsó un reacomodo en el sistema de partidos al posicionarse en su primera contienda electoral como la cuarta fuerza política con un 8.37%. Las elecciones intermedias de 2015 permitieron a este nuevo partido consolidar su base electoral y el liderazgo carismático de su fundador (AMLO) permitía gran arrastre social, aunque con escasa institucionalización (Navarrete, 2019).


Para AMLO, MORENA sería la base partidista que necesitaba para sus aspiraciones presidenciales, toda vez que al poder aglutinar gran diversidad de personajes políticos de izquierda pudo, también, construir una estructura de votos sólida, que maximizó y amplió desde el comienzo al encabezar, desde su persona, las estrategias de comunicación política. La difusión de spots y medios propagandísticos tenían como punto de partida la exposición mediática de su fundador (Espinoza y Navarrete, 2016). Para MORENA, la imagen de su líder le proporcionaba credibilidad necesaria para convertirse en una alternativa viable.


Para las elecciones de 2018, La coalición “Juntos Haremos Historia” encabezada por MORENA. diseñó una plataforma electoral que hacía especial eco en los problemas de corrupción y pobreza, y cuya solución estaría en función de la reconstrucción social. La propuesta iba encaminada, entonces, a un cambio estructural (Muñoz, 2021), a largo plazo que fuera capaz de revertir los daños causados por los gobiernos neoliberales. En el trasfondo, dicha plataforma aprovechó la coyuntura social que se experimentaba debido a los resultados desalentadores del gobierno de Enrique Peña Nieto. Temas como inseguridad, violencia y corrupción generaron desencanto y hartazgo en los ciudadanos que veían, por ejemplo, en el alza de precio de la gasolina y en escándalos mediáticos como el de la “casa blanca2” la necesidad de nuevas alternativas políticas viables que fueran capaces de atender los problemas de raíz.


Resulta de gran interés que, en el seno de MORENA, desde sus orígenes, se planteaban dos tipos de liderazgos políticos. El primero de ellos, de corte intermedio representado por quienes desempeñaban roles que permitían la legitimación institucional, manejo interno del partido político (Castro, 2009) y en general de la estructura normativa. Por otra parte, el liderazgo carismático integrador (Navarrete, 2019) que desempeñó AMLO que permitió cierto pragmatismo electoral para incorporar líderes y militantes capaces de construir apoyos significativos para la atracción de votos. En este sentido, las principales acciones que sostuvo el ahora presidente de México, en su calidad de líder carismático integrador pueden resumirse de la siguiente manera:



Así, es posible observar que las cualidades de liderazgo carismático integrador que presentó AMLO fueron fundamentales para construir la base partidista de MORENA, pues en la imagen de su persona recayeron los fundamentos ideológicos que enarbolaron su campaña, de izquierda, pero no de ruptura y sí de unificación y solidaridad en el marco democrático del proceso electoral (Esteinou, 2019), y al mismo tiempo, en la estructura interna del partido logró construir liderazgos internos con capacidad de gestión representados, de manera regular, en personajes políticos con trayectorias de larga data. Por su parte, MORENA y la coalición Juntos Haremos Historia proporcionaron financiamiento a la campaña electoral de AMLO, así como tiempo de exposición en los medios de comunicación, elementos fundamentales para promover mayor cercanía y proximidad con su electorado.


En resumidas cuentas, se observa que el liderazgo carismático integrador ejercido por AMLO en la campaña electoral de 2018, tiene sus raíces en su militancia y dirigencia en el PRD, así como en procesos electorales en el estado de Tabasco y en lo que actualmente es la CDMX (antes Distrito Federal) transitando al tipo dominante. Proximidad y cercanía con los votantes han sido atributos que han caracterizado a López Obrador candidato, sus capacidades de comunicación y empatía maximizadas por los mecanismos de comunicación han propiciado que su persona sea un referente en el imaginario del electorado.


Tabla 2. Resultados de la elección presidencial de 2018.

Candidato

Coalición

Porcentaje

Andrés Manuel López Obrador

Juntos haremos historia

53.1%

Ricardo Anaya Cortés

Por México al frente

22.2%

José Antonio Meade Kuribreña

Todos por México

16.4%

Jaime Rodríguez Calderón

Independiente

5.2 %

Fuente: Elaboración propia a partir de (INE, 2018).


Los resultados sugirieron un cambio en el sistema de partidos, pues durante tres décadas el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se había posicionado como un partido hegemónico pragmático (Sartori, 2002). Sin embargo, tras los resultados de 2018 ocuparía la tercera posición, perdiendo gobernaturas y presencia en el poder legislativo. Además, MORENA se acreditaba como el partido en el poder con amplia aceptación ciudadana amparada, en gran medida, por un sistema de creencias fincado en el deseo de cambio y anhelo de justicia para los más pobres (Aragón, Fernández y Bautista, 2019).


Conclusiones


El juego de la democracia se encuentra en un proceso de “metamorfosis”, cambios sustanciales que indican, por una parte, un ciudadano con menor identidad partidista (Diaz, 2016) y más vinculado a mecanismos de participación influidos por el consumismo y los medios de comunicación digital y, al mismo tiempo, la emergencia de liderazgos políticos más cercanos al electorado y con capacidades, habilidades y atributos personales suficientes para poder atraer a un electorado cada vez más fluctuante (Rodríguez, 2014) De esta manera, el estudio de las cualidades y atributos de los políticos ha tenido mayor relevancia en tanto su impacto es mayor en las decisiones del electorado.


Tal como se planteó en la exposición de los casos analizados, el liderazgo de ambos políticos (EPN y AMLO) no solo se reflejó en su victoria en las urnas en las pasadas elecciones presidenciales de 2012 y 2018 respectivamente, sino también en la consolidación de la estructura partidista de la que provenían. Cada uno con condiciones y características particulares, lo cierto es que a través de liderazgos conciliadores pudieron fortalecer a sus partidos de origen que, a su vez, tuvieron un rol protagónico en el diseño de campañas electorales enfocadas en los atributos personales de cada uno de los ganadores de las contiendas electorales ya señaladas.


Por último, cuestionarse, ¿qué impacto ha tenido la personalización de la política en la participación ciudadana y comportamiento electoral de los votantes?, ¿cuáles son los horizontes futuros a los que se encamina la personalización política en el diseño de campañas electorales?, incluso, ¿la configuración de la relación entre partidos políticos y candidatos y candidatas continuará potenciando la personalización política? Son tan solo algunas interrogantes que pueden ser útiles para construir rutas complementarias sobre el tema en cuestión.


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1 En la primera semana de campaña electoral, de acuerdo con consulta Mitofsky, EPN tenía 40% de intención de voto. En tanto que el segundo lugar, la candidata Vázquez Mota, tenía 22%. Esta tendencia se acortaría en la recta final respecto al candidato López Obrador quien obtendría el segundo lugar.

2 El 9 de noviembre de 2014 Aristegui noticias publicó una investigación periodística en la que se reveló la existencia de una lujosa mansión de 86 millones de pesos, propiedad de la pareja presidencial conformada por Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera